Nací con un espejo. Un espejo que dispara al "yo" como rayos infrarrojos. Apenas percibo reflejos de los otros espejos. Veo, escucho, y sólo puedo tocar espejos.
La sociedad, esa maraña de espejos laberínticos. Espejos que son producto de otro espejo. Espejos contorsionistas, mañosos, luchando por ser el más ilusionista. Cada espejo es un nuevo abanico de colores, mezclados, reciclados. Los colores aprenden a bailar con la luz, a fusionarse y ser engaño, ser ficción.
Quién sabe dónde queda la realidad en este enrollo. Sólo un espejo celoso puede jactarse de conocerla.
La verdad, esa confusa sucesión de espejos...
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