martes, 23 de julio de 2013

Tratado sobre la iluminación

Le debo a una conversación sobre triángulos y un concierto de Amy Winehouse la explosión de mi estado mánico. Una felicidad abrumadora (overwhelming). No sé, tengo impulsos para salir a correr, para hacer treinta y dos fouettés, para ir a comerme una pizza yo sola... En este momento podría conquistar mi mundo. En este momento podría explayar mi éxtasis en todo el viento que me rodea, aún en esta habitación cuadrada. Y como soy feliz, escribo. Estoy solitariamente feliz. Somos la pantalla del ordenador y yo nada más en el mundo. 

Acabo de escapar del agujero negro, les manda saludos. El agujero negro estuvo conmigo durante mucho tiempo (yo no estuve dentro de él, fue una fusión extraña [posiblemente la cópula más turbia que haya tenido {sólo dimos a luz tristeza y desolación} y que tendré], tan extraña que no podía distinguirse la oscuridad de mi). 

Hoy puedo dar testimonio de mi felicidad, voy a marcarlo como fecha histórica. Hay muchas razones para desmoronarse allá fuera, más que agujeros negros. No sé exactamente qué, pero las hay. Por el momento, voy a anclarme acá, a descansar de ser náufraga entre espacios vacíos. El vacío no es malo, pero esta vez estaba medio lleno de tinieblas. Creo que también ayudó ver esa película nuevamente, esa película me incendia, me revitaliza. Dice la crítica que no es tan buena como pudo haber sido, pero a mí que me importa. Es un contacto con los deseos más reprimidos, es llegar al corazón más que un caramelo a una niña. Ahora que lo recuerdo, hoy también comí chocolate después de haber estado enferma del estómago. El chocolate se extraña, las endorfinas lo resienten, mucho. 

Disfruto el delirio ebrio de Amy, lo disfruto como si fuera mío [porque es mío]. 

No sé qué hice para por fin desprenderme de la oscuridad. No sé exactamente qué pasó. Lo que he dicho son puras trivialidades, me gustaría pensar que se trata de una fuerza más intensa (ya sé que también puede ser el desfase del equilibrio químico, pero si voy a hablar de átomos mejor hablo de agujeros negros). Hoy siento que mi prosa es fluida, hoy siento que no tengo que fingir que escribo, que no tengo que exprimirme las entrañas hasta que por fin brote una oración decente. Hace poco también me topé con un cuento y hoy con un poema que me dejaron helada. 

En fin, podría seguir enumerando causas, como si esto fuera un asunto lineal. Pero no. Ni ustedes, ni nosotros ni yo sabemos en qué tipo de universo vivimos, no me jodan. Es sólo que tenemos demasiado lavado el cerebro, ese es el principal y único problema, que necesitamos lavarnos el cerebro para soportar vivir con todos los que estamos (excepto cuando sucede la casualidad milagrosa de encontrar alguien con quien podemos estar con el cerebro sucio, y existe, y pasa, y podría escribir un cuento de hadas al respecto).

Hoy tengo luz propia, hoy no tengo que andársela robando a nadie más. Hoy me basta con lo que soy y con lo que he hecho. Y  no puedo dejar que esta epifanía se esfume bajo la almohada. 

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