Enséñame a dibujar paisajes epistolares,
jeroglíficos danzantes.
Danzarán mis sueños para olvidar el insomnio
y llegará el momento, cuando solo podré cantar
piezas perdidas de Mussorgsky.
Pierdo el timón de este teclado,
y a penas si puedo viajar en dirigible
para asegurarme que mis ideas siguen en la nube en que las dejé.
Sí, las dejé ahí para que te vigilaran de lejos,
y en sueños, llegaran a visitarte.
Dicen que hay un arcoíris en blanco y negro amenazando con conquistar el mundo.
Dicen que los mimos encabezarán la revolución recuperando sus voces,
que las dejaron guardadas en un armario, y que iban a apolillarse.
Ya no quiero más escudos,
ya no quiero más disfraces.
Me lo voy a tragar todo de un solo,
¡fondo, fondo!
¡una, dos, tres!
¡Rico!
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